El origen de esta fruta se ubica en el Mar Caspio y en el Mar Negro, pasando a Europa Central y Asia por medio de las aves migratorias y los desplazamientos humanos.
Hoy en día, las cerezas se cultivan en numerosos países del mundo con clima templado, siendo los países de mayor producción Rusia, Estados Unidos, Alemania, Italia, Francia y España. En cuanto a las variedades existentes, cabe decir que hay más de 2.000, las cuales crecen en arbustos y árboles distribuidos por las regiones más templadas de todo el mundo. Las cerezas se pueden clasificar en tempranas, intermedias y tardías, dependiendo de la época en que maduren. Y por su sabor, en ácidas y dulces. Las variedades más comunes son; la ambrunesa, de dureza consistente y sabor muy dulce. Y la burlat, de pulpa roja firme, jugosa y azucarada. La producción de la cereza se centra en el valle del Jerte, en Extremadura, donde hay un microclima que favorece su cultivo. Estas cerezas disfrutan de denominación de origen, que controla muy estrictamente su calidad. Las cerezas, son jugosas y muy fáciles de comer, son un excelente antídoto contra la sed. Lo más habitual es consumirlas como fruta de mesa. En la cocina se pueden incluir en macedonias de fruta, en ensaladas verdes, en tartas, compotas, mousses, sorbetes y hasta en sopa fría. Las cerezas también combinan muy bien en salsas agridulces para acompañar platos de pato, cerdo, pollo o piezas de caza.